Influencias orientales en la iconografía de los pintores abstractos

lunes, 31 de agosto de 2009 | |

Tonia Raquejo

En 1980, y con motivo de una exposición celebrada en la Tate Gallery, Stephen Bann escribió "Abstract Art- A Language?", un artículo en el que reivindicaba el poder comunicativo del arte abstracto (1). Bann advierte que el arte abstracto constituye en sí un lenguaje capaz de comunicar mediante lo que él llama, usando términos lingüísticos, la doble articulación entre el vocabulario plástico (formas y colores) y su significado (aquello que representan). En este sentido, es pues lícito hablar de la existencia de una iconografía abstracta si por ella entendemos el estudio de los elementos morfológicos de la imagen (el punto, la línea, el cuadrado, el círculo...) codificados en base a una gramática perceptiva y no figurativa. Como diría Kandinsky, el arte abstracto no es más que "un análisis de los elementos por sí mismos y de sus relaciones profundas con sus efectos interiores y exteriores", de ahí que para este artista no haya diferencias esenciales entre el arte figurativo y el abstracto, sino tan sólo una diferencia de los medios de expresión elegidos para dar cuenta de un mismo contenido (2).

Curiosamente, el medio de expresión abstracto parece estar de alguna manera estrechamente relacionado con el descubrimiento de la filosofía oriental, precisamente en un momento en el que, tras la Primera Guerra Mundial, se desmoronan los valores del mundo occidental.


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