Una nota sobre Pintura Abstracta

viernes, 28 de agosto de 2009 | |

Rafael Sánchez Ferlosio, Las semanas del jardín, Destino, 1974, p. 14

Pero entonces el arte abstracto, al liberarse de la representación, estaría proponiendo una relación distinta del espectador con la obra, una relación menos racional, menos conceptual y más sensorial…un abandonarse y disfrutar de las formas, los colores, etc.

Así, la pintura abstracta tendría un impulso democratizador (demagógico podría decir algún mal pensado), de universalización del disfrute estético: al emanciparse del tema, del motivo, no se exige ningún conocimiento ni formación previa del público…tan sólo el deseo de ver.

Es probable que este impulso tuviera su origen en una saturación de significaciones alrededor de toda representación, que impedía ya toda mirada “ingenua” sobre las imágenes. A este respecto son interesantes las palabras del filósofo italiano Vincenzo Vitiello en conversación con el profesor Félix Duque con ocasión del congreso Buscando imágenes para Europa :

“(…) ¿qué vemos cuando observamos algo?, ¿vemos hombres, casas y montañas o vemos hombres, casas y montañas que son ya historia y cultura, que son ya abstracciones de lo sensible? Y, ¿cómo conseguimos convertir en imágenes esto sensible que queremos recuperar y que el arte contemporáneo, de Kandinski en adelante, nos enseña a rescatar: colores, luces, etcétera?” (Revista Minerva, IV Época 01 2006, pp. 26-27).

Y en esto coincidiría el artista abstracto con los neurocientíficos: ambos estarían pensando a los espectadores como meros cuerpos dotados de aparato visual y capacidad de goze, con independencia de todo condicionamiento histórico, social o cultural.

Pero, ¿realmente las formas y colores de las pinturas abstractas no remiten a nada y nada representan? ¿es posible en pintura una emancipación total del motivo?

Seguiremos investigando…

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